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Los colegiados visitan un jardín de “capricho”

Publicado: 10/05/2011 Última actualización: 22/10/2018
Grupo de visitantes

Grupo de visitantes

Ría navegable que puede visitarse dentro del parque y que une el embarcadero con el Casino de Baile

Ría navegable que puede visitarse dentro del parque y que une el embarcadero con el Casino de Baile

El Colegio de Ingenieros de Montes celebró un encuentro para colegiados el pasado viernes 6 de mayo en el Parque de el Capricho, considerado uno de los más bonitos y mejor conservados parques de Madrid y, sin embargo, un gran desconocido incluso para los madrileños, ya que permanece cerrado de lunes a viernes y se encuentra en la periferia de la ciudad.

Santiago Soria, subdirector de zonas verdes y arbolado urbano del Ayuntamiento de Madrid, grandísimo conocedor de los árboles históricos de nuestra ciudad, actuó como guía para el numeroso grupo de se reunió a las puertas del parque a pesar de la amenaza de tormenta permanente a lo largo del día.

Este jardín de 14 hectáreas, ubicado en el distrito de Barajas, nace sobre 1784 cuando los Duques de Osuna, una de las familias más ilustradas y poderosas del momento, adquieren esta finca para dar rienda suelta a sus inquietudes artísticas y para alejarse de la gran ciudad. Fue la duquesa, doña María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, la principal impulsora de este parque. Considerada como la mujer más inteligente de la época y protectora de artistas, toreros e intelectuales, creó en la finca un auténtico paraíso artístico-natural frecuentado por las personalidades más ilustres de la época y en el que trabajaron los artistas, jardineros y escenógrafos con más prestigio.

La excelencia paisajista de El Capricho se manifiesta en tres tipos de jardines clásicos: el parterre o jardín francés, el paisajista inglés y el giardino italiano. Delante de la fachada oeste del palacio se extiende el parterre, con sus setos recortados como si de un bordado sobre la tierra se tratase. En la parte baja se sitúa el italiano, el espacio más antiguo de la finca, que mezcla los setos con rincones con árboles en los que tomar el sol en invierno o resguardarse a la sombra del sol veraniego. Cerca de éste, el laberinto, concebido para el juego amoroso y los escondites, está hecho con laurel y respeta los planos del que se plantó en vida de la duquesa. Por último, el resto del parque está concebido como un típico jardín paisajista inglés, evocando la naturaleza en su estado puro que invita al paseo y a detenerse en los rincones más escondidos. En él abundan árboles del amor, olmos, almendros, encinas y lilos, que en primavera llenan el paseo de color.

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