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Historia de los Ingenieros de Montes (VI). El conocimiento del suelo

Autor: CIM . Publicado: 21/08/2013

La necesidad de conocer el suelo la pone de manifiesto por vez primera AGUSTÍN PASCUAL, sabedor de la relación directa entre soporte edáfico y vegetales.

Por Real Orden de 23 de septiembre de 1853, se encargó al Cuerpo de Montes el estu-dio de las estepas españolas, a cuyo frente fue designado FRANCISCO GARCÍA MARTINO. De los resultados obtenidos poco se conoce salvo los reflejados en el artículo que hacia 1854 publicó AGUSTÍN PASCUAL en el Diccionario de Agricultura Práctica y Economía Rural, que dirigían AGUSTÍN ESTEBAN COLLANTES Y AGUSTÍN ALFARO.

PASCUAL citó la necesidad de emprender un estudio sistemático sobre los suelos estepa-rios, que difícilmente las técnicas analíticas de la época podrían conseguir.

LAGUNA Y LUIS SATORRAS en su trabajo sobre el Reconocimiento de los montes de la Sierra de Bullones, publicado en 1861, ya incluyen en un capítulo de la Memoria el estudio del suelo, aunque ni mucho menos como se contempla en la actualidad.

El ingeniero dle Montes LUCAS DE OLAZÁBAL, el principal de los ingenieros ordenadores del siglo XIX, ya prestaba atención al suelo como base o soporte de la vida vegetal. En su traba-jo Suelo, clima, cultivo agrario y forestal de la provincia de Vizcaya, fundamenta parte de su trabajo en un comienzo de procesos analíticos sobre suelos (en total ocho), que, aunque quedaban lejos de los procesos actuales, le permitieron señalar la necesidad de fundamentar una ciencia específica para tal objeto: la Edafología.

La obra cumbre de OLAZÁBAL, Ordenación y valoración de montes, publicada en 1883, proponía que el estudio edáfico debía ser uno de los puntos a tratar en las memorias de reconocimiento de los planes de ordenación. Incluso llegaba a proponer la sustitución de los planos geológicos, hasta entonces precep-tivos, por un plano geonómico, que detallase el espesor de la tierra vegetal en cada uno de los lugares del monte.

Las afirmaciones que aquí realizaba OLAZÁBAL no se dirigían al análisis de suelos, sino más bien a un establecimiento operativo de cómo hacer los proyectos de ordenación.

Las técnicas de análisis tuvieron que esperar hasta 1880 cuando el profesor de Química, JUAN JOSÉ MUÑOZ, introduce las primeras valo-raciones analíticas sobre suelos del monte de La Herrería.

No obstante, las principales aportaciones del viejo profesor debieron esperar hasta el trienio comprendido entre 1922-1924, cuan-do la Revista Montes le encarga una serie de artículos sobre suelos.

El pionero de las aportaciones en temas de suelos es Huguet del Villar, geógrafo y periodista en su primera época, quien reconduce sus apetencias científicas a partir de 1915 hacia el estudio de la geobotánica y la edafología, esta última desde 1924.

Mapa de la peninsula Ibérica

Mapa de suelos de la península luso-hispánica, realizado por el geógrafo Huguet del Villar en 1937 durante su estancia en el IFIE.

En 1925 vio la luz su primer Manual de Geobotánica, publicado en España, con una terminología, calificada por algunos como críptica, pero que en definitiva sentaba las bases de la terminología edáfica. En 1937, HUGUET publicó su trabajo Los suelos de la península luso-hispánica, y un año después, el mapa correspondiente, todo ello mientras per-manecía en el Instituto Forestal.
Hasta 1953 no se realizó un estudio específico sobre los suelos españoles por un ingeniero español. Es ANTONIO NICOLÁS el que aborda la preocupación, vinculando su estudio, entre otros, a aquellos ingenieros que desarrollaron enfoques sobre la selvicultura o la teoría de la ordenación con fundamentos ecológicos, entre los cuales cita a ELORRIETA, MACKAY, GONZÁLEZ VÁZQUEZ Y XIMÉNEZ DE EMBUN.

Maqueta  
Maqueta idealizando el suelo forestal sobre el que prospera Quercus pyrenaica.

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